Una Mirada Fija En Jesucristo – Devocional

«Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?» 
(Mateo 14:28-31)

Cuando Dios recién nos salva nuestra mirada está solo en Él. Sin embargo con el transcurso de los años, tenemos la tendencia a desviar la mirada del Señor, lo cual nos lleva a tener caídas, derrotas, pecados, etc. Y no solamente quitamos la mirada de Cristo, sino que ponemos la mirada en otras cosas, y son esas otras cosas las causantes de perder nuestro blanco, Cristo. ¿Cuáles son esas causas? Enumerar las causas es muy difícil, ya que son muchas, no obstante voy a mencionar algunas:

 

1. Nos comienza a interesar lo que otros dicen y piensan de nosotros. Y ahora comenzamos a realizar una serie de actividades para agradar a esas personas, por encima de Cristo. Nuestra motivación comienza a ser los elogios de las personas y no el amor a Dios.

 

2. La falta de fe. Al principio de nuestra conversión creíamos todo lo que Dios habla su Palabra, creíamos que Dios podía intervenir poderosamente en nuestras vidas. Obrar milagros poderosos como lo hizo con Moisés, Elías, Eliseo, Pedro, Pablo, etc. Ahora nos hemos tornado racionales, especulativos, cuestionativos, a tal punto que aún cuando oramos pidiendo algo a Dios, no creemos que Él lo puede hacer.

 

3. Orgullo (un pecado que todo ser humano carga en lo más íntimo de  su ser). En los primeros años de nuestra conversión la gracia de Dios operar poderosamente, para vencer el pecado, obtener victoria, predicar el Evangelio, etc. Pero el orgullo que aún queda en nosotros, nos hace creer que podemos llevar una vida cristiana santa por causa de nuestras propias capacidades, «Porque oro, ayuno, conozco las Escrituras.» Y Dios retira un poco de su gracia, y caemos, fallamos, pecamos. Aun podría escribir más causas sin embargo son estas las que Dios me insta a compartir.


A pesar de todas estas cosas que desvían nuestros ojos de Cristo, Dios nos llama a volver nuestra mirada hacia Él, así como David lo hizo después de pecar, así como Pedro lo hizo luego que negó al Señor. Volvamos nuestros ojos solamente a Cristo y que nuestra oración sea aquella poderosa frase de Jonathan Edwards «¡Oh Dios, estampa la eternidad en mis ojos!».

Wladimir Silva

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